martes, 6 de marzo de 2018

Releer

Pocas veces releo aquello que escribi cuando necesitaba soltar una emocion. Siento que es perder el tiempo, es revolver la mierda, dar vueltas en una herida cerrada. 
Hoy me encontre leyendo una de esas notas. Tenia un vago recuerdo de lo que estaba escrito, mientras leia me di cuenta que casi recordaba de memoria las palabras, la situacion, el momento en que lo habia escrito, la emocion que me invadia, el miedo a ser descubierta, la mirada de mis perros, el silencio de esa casa congelada, el mate frio y lavado. Me acorde hasta de las cosas que sucedieron los dias posteriores. 

domingo, 26 de noviembre de 2017

Los mismos de siempre

Los que sabemos esperar, los que siempre estamos, los que ponemos nuestro tiempo a disposición de los demás, los que seguimos esperando porque decidimos que íbamos a destinarle ese momento a tal persona terminamos perdiendo el tiempo.
¿De qué vale hacer el reclamo o decirle al otro que se caga en vos y en tu tiempo? ¿Para qué avisarle que vas a estar disponible? Ya lo saben, y como estás, siempre estás, no importa. Da lo mismo.
En algún momento nos cansamos, de tanto esperar dejamos de desear compartir tiempo con ese otro ser, se pierde la ilusión.

Ya pasé por esto. Volví a apostar y ahora me encuentro en lo mismo.

jueves, 23 de noviembre de 2017

Prueba de galeras

El amor, las relaciones personales, la distancia, lo que dice, lo que no dice, los fantasmas del pasado que vuelven a aparecer, los fantasmas del presente, son cosas que no entiendo. A veces creo entenderlas y estar a la altura de la circunstancia, hasta que un instante de realidad te hace entender que no entendés nada.
Otra vez vuelve la sensación de desconcierto con un poco de angustia mezclado con la experiencia. Te pones en el lugar del otro, o eso es lo que intentas. ¿Qué se puede hacer cuando la desconfianza crece sin motivos?
Por amor propio y amor a la persona que elijo opté por contar todo, hasta aquello que me parece tonto. No tengo porqué ocultar lo que hago. Si duermo la siesta con una amiga, si tomo mates con alguien o simplemente deseo estar sola. ¿Qué tiene de malo estar echada como una morsa con un/a amigo/a en la cama? ¡Es un amigo! y como tal comparte un montón de cosas.
Quizá eso pueda confundir a quienes no viven la amistad de esa manera, o las malas experiencias que vivieron las trasladan ante la mínima duda. Pues no, no todas somos iguales, no todas engañamos, no todas disfrutamos de que nuestra amada sienta dolor por experiencias pasadas.

viernes, 17 de noviembre de 2017

A la vuelta de mi casa

Como muchas noches salí a caminar. En la calma de la noche de una ciudad insegura puede no pasar nada o pasarte todo.
Salí con la ropa de dormir, me puse unas ojotas, el teléfono y la plata en la mano.
El kiosco está a 3 cuadras. Siempre camino sola, tranquila, a veces me cruzo con algún amigo o conocido. Esta noche fue distinta.
No me crucé a nadie. Cuando llego a la avenida desde un auto un hombre solo me hace una pregunta. No escuché y me acerqué con cierta distancia, podía ser alguna persona perdida.
Ya mas cerca el hombre me dice:
-Estamos solos- y algo mas que no escuché.
Seguí caminando. No tuve miedo, pensé que era un tarado más. Vuelvo a cruzarlo en la próxima esquina, el semáforo estaba en rojo y le dio lugar a decirme:
-¿Vamos a dar una vuelta? Estamos solos.
Otra vez seguí caminando sin hacerle caso, todavía me quedaba una cuadra y podía encontrarme con algún amigo.
Compré en el kiosco sin problemas y volví caminando por la avenida. Caminar por adentro era mas corto y mas peligroso. No había nadie en la calle.
Una vez en mi cuadra veo que desde la esquina viene un auto, se para en mi casa. Era el mismo hombre, algo alterado, aparentemente nervioso y con deseos de algo mas que una charla.
Ahí me dice:
-Dale, estamos solos. Vamos a dar una vuelta.
-No. Chabón, déjate de joder. Andate a la mierda.

Arrancó el auto y desapareció. No me pasó nada. Quizá me salvé de un secuestro o una violación. En ese momento sí tuve miedo.
A mí no me pasó nada. ¿Si este hombre hace esto todas las noches? ¿Si alguna mujer se subió en su auto?

lunes, 13 de noviembre de 2017

Stress virtual

¡Ya está! Me acostumbré y me gusta que mi vida se resuelva ante una computadora.
La tengo, funciona bien, evita que vaya a cualquier lugar porque sí. Lo resuelvo sentada en casa con un mate lavado.
Hasta que... tenés que hacerte un perfil en algún portal: trabajo, información, red social.
Los casilleros obligatorios se tornan idiotas.
Hacerte un perfil en una página que ofrece trabajo no sólo hay que poner el área de trabajo, también la sub-área y datos que no vienen al caso.

Creo que stress inicial es previo a cargar los datos laborales. Los datos personales son aún mas lentos y si vivís fuera de la capital podes estar unos 5 minutos hasta encontrar cómo cargaron el nombre de tu barrio que está del otro lado de la General Paz. Cuando resolviste eso, sos feliz por los siglos de los siglos.

lunes, 24 de julio de 2017

Un maniquí víctima de abuso sexual

En la escena había un maniquí víctima de abuso sexual con heridas de bala en el torso.
Todo era complemente bizarro. El abusador, si así hay que llamarlo, era una persona que aún no había reconocido la policía.
Mas que abusador era psicópata. ¿Qué le pasaba a esa persona para violar a un muñeco con forma de mujer vestido con lencería erótica?
Esa mañana fue extraña.
Mis padres vivían de un negocio de lencería erótica y objetos sexuales. Todas las mañanas me llevaban a la escuela y después se iban al local. Muchos días desviaban el camino para pasar por la puerta del local y ver si todo estaba bien. Esa mañana era distinta.
Doblamos en la esquina y se veían policías, patrulleros y muchos curiosos. De lejos no sabíamos si era nuestro local o de algún comerciante de la cuadra. Sí, era la lencería de mis padres. No me dejaban entrar porque el contenido era demasiado fuerte para una nena de 7 años.
Estaban tan nerviosos que pararon. Yo me quedé con mi mamá en el auto. Ella trataba de calmarse. Todo parecía un robo. Como mi papá no volvía y mi mamá no controló sus nervios bajó del auto y me pidió que por favor no me moviera, que iba a buscarlo para que me llevara al colegio.
Yo no entendía qué pasaba, sabía que no era bueno.
Mi curiosidad también era alta, aún sabiendo que no podía moverme del auto bajé y entré al local.  Seguramente los policías estaban dispersos como para no ver a una nena con ropa escolar  entrar a un local de lencería. Mis padres estaban alterados.
Entonces escuché esas palabras de alguno de los policías:

-No hubo hurto, ya revisamos el local. La caja registradora se encuentra cerrada, todo en su lugar. El maniquí fue víctima de abuso sexual y con agujeros de bala en el torso. No sabemos qué pasó. ¿Tiene cámaras?

Solo se veía un poco de mercadería en el piso, portadas de películas con mujeres y hombres desnudos, un maniquí en el piso con la ropa que exhibía rasgada y agujeros. Eso vi yo. Me quedé sorprendida por las fotos de las películas, no se parecían a las que tenía en mi casa con dibujos de animales.

Me vieron, rápidamente mis padres me subieron al auto y me dejaron en la escuela. Fingían estar relajados. Por una semana no pude sacarme esas imágenes de la cabeza.

Durante un mes solo se hablaba de ese robo extraño en mi casa. ¿Quién era? ¿Por qué lo hizo? ¿Era un abusador? ¿Había un violador por la zona? ¿Era un ladrón? ¿Por qué una lencería? ¿Conocían a esta persona?
Ese mes la policía venía a mi casa, mis papás al juzgado, llamadas telefónicas. Por un tiempo tuvimos la línea telefónica conectada con la policía por si llamaba esta persona. Nunca llamó y nosotros tampoco podíamos llamar a nadie.

Una vez que terminó todo me explicaron que una persona mala había entrado a la lencería para robar, vio a uno de esos muñecos que parecen personas, se confundió, lo mató y escapó. Para una niña de 8 años era una explicación razonable.
Poco tiempo después nos mudamos a otra ciudad. Mis papás volvieron a poner el local de lencería y todo parecía normal. Me olvidé de ese episodio, pero siempre viví con mucho rechazo a los maniquíes.
Ahora tengo 25 años, les pregunté ¿Qué había pasado realmente?
La realidad es que esa persona se llamaba Rodolfo Sebastián Santoro, tenía 25 años cuando sucedió, era paciente psiquiátrico que se había escapado del hospital. En esos días la policía lo buscaba por haber abusado y matado a algunas mujeres de la zona. Su trastorno lo llevó a entrar a la lencería y abusar de un muñeco. Durante ese año no pudimos mudarnos porque sin querer estábamos metidos en un caso policial. Hoy Rodolfo está preso.
Nos mudamos en cuanto pudimos porque nosotros estábamos amenazados, mi mamá podía ser víctima de este hombre.

Nunca más volvimos al barrio de mi infancia.


miércoles, 19 de julio de 2017

Vida y muerte

¡Qué extraños son esos momentos en los que no hay palabras para explicar algo!
Hace un tiempo que tengo un vínculo distinto con la muerte. Intento no dramatizarla, entender que no tiene que ser con dolor sino con calma y hasta un poco de frialdad. Es cierto que lo que se tiene que hacer se hace mientras se puede compartir con ese ser que se murió y si no lo hiciste, no te lamentes.

Esta vez la muerte está próxima. Estoy en calma. Pienso más en cómo resolver lo que se puede resolver y no vivir un sufrimiento eterno. A veces flaqueo, solo necesito silencio, como ahora, que no puedo expresar qué siento. Por un lado necesito hablar con alguien, decir todo eso que pienso. Por el otro creo que es mejor estar con toda mi humanidad y seguir en pie. Es mejor callarse que decir estupideces que pueden poner mal a otros.

La salud de mi papá no está nada bien. Digamos que bastante mal. Aunque esté con un tratamiento y estemos haciendo las cosas que hay que hacer, no podemos hacer todo. El cuerpo le está pasando factura y con intereses.
Estoy cansada, a veces me siento atada. Quisiera salir un poco más, pero no puedo. Moverme de mi casa es sí y solo sí es necesario. Ver a un amigo es lujo, irme mas de 4 horas es imposible.
Si yo me voy ato a mi mamá. Ella también está con la salud un poco alterada.
Tampoco sé que me pasa con tanta claridad.

Releer

Pocas veces releo aquello que escribi cuando necesitaba soltar una emocion. Siento que es perder el tiempo, es revolver la mierda, dar vuelt...